El juego es útil y es necesario para el desarrollo del niño en la medida en que éste es el protagonista.
La importancia de la utilidad del juego puede llevar a los adultos a robar el protagonismo al niño, a querer dirigir el juego. La intervención del adulto en los juegos infantiles debe consistir en:
- Facilitar las condiciones que permitan el juego.
- Estar a disposición del niño
- No dirigir ni imponer el juego. El juego dirigido no cumple con las características de juego, aunque el niño puede acabar haciéndolo suyo.
El juego permite al niño:
§ Que se mantenga diferenciado de las exigencias y limitaciones de la realidad externa.
§ Explorar el mundo de los mayores sin estar ellos presentes.
§ Interactuar con sus iguales.
§ Funcionar de forma autónoma.
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